Los universos paralelos

Buenas noches a todos,

Espero esta entrada los encuentre bien. Dado que básicamente mi escritura durante prácticamente la mayor parte del tiempo ocurre de manera epistolar moderna (este es mi eufemismo de correos electrónicos, ¿qué les parece?) o en forma de telegramas de una extensión no mayor a los 140 caracteres, he decidido continuar ese estilo en esta entrada del blog.

De modo que, mis estimados y probablemente imaginarios lectores, como anuncia el título de esta noche hoy les voy a contar mi tesis particular sobre los universos paralelos. Ese mundo del hubiera permanente, aquello que pudo haber sido... TODO lo que no pasó y que sin embargo permea nuestra existencia en el lado de lo que ocurre gracias y a pesar nuestro, poco importa el orden.

Porque los universos paralelos, más allá de esas fascinantes teorías científicas cuánticas físicas y aledañas, existen cotidianamente en el lenguaje, en otro orden: "the grass is always greener", el deseo condicionado al objeto que no se posee, el jardín de los senderos que se bifurcan pues... 

Estas frases están salpicadas de varias lecturas, una de ellas (una relectura muy reciente, de hecho) El breve tratado del desencanto del filósofo francés Nicolas Grimaldi, quien diserta sobre la imaginación, la fabricación del futuro que esta conlleva y de su implacable confrontación con una realidad-presente que nunca puede empatar.

Estoy hablando también, de lo que siempre hablo, la eterna dicotomía voluntad-destino. Pero esta noche quiero compartirles la experiencia y no la teoría, quiero -porque siento la imperiosa necesidad de enunciarlo- decirles que hoy estoy escribiendo desde el otro espectro el cuál a pesar de significarse también desde las decisiones y las circunstancias, se sabe otro.

Regreso a Grimaldi quien afirma que la única manera de suprimir esa estela del desencanto, es a través de la sorpresa, pues esta inhibe la posibilidad de la expectativa. Y esto me lleva a la pregunta: ¿Puede uno genuinamente, sorprenderse de lo que piensa, dice, vive? 

La respuesta a esta pregunta es imposible y además muy ociosa, porque supone un a priori que se auto-desconoce, una negación de la conciencia. Es decir, un "voy a ignorar aquello que estoy pensando y actuar por instinto" como si esta misma afirmación no llevara intrínseca una voluntad. 

No se puede pues, decidir ser intempestivo, sin embargo se puede actuar en consecuencia, la voluntad intuitiva si se quiere... es lo que nos lleva al desequilibrio del espectro, a transitar el camino no recorrido y transgredir nuestro propio y particular "ahora". Optar por aquello que uno "supuestamente" no habría hecho, está tan lejos de saltar en paracaídas y tan cerca de una simple gesto.

Disculpen mucho, si las ideas se exponen ya demasiado redundantes e intrincadas, sonaba mucho más claro en mi cabeza (naturalmente).

Nuestros universos paralelos nos llevan a convertir el "hubiera" en el "es", hasta que el balance cósmico vuelve a darle la noción de realidad y todo termina y comienza de nuevo.


Soy el universo paralelo de Samuel y me la estoy pasando bien.