Synecdoche New York, el debut como director de Charlie Kaufman, es un ensayo imposible. Mejor dicho, una tesis sobre la imposibilidad, un absurdo que se esforzó en llevar a lo tangible (en este caso una película de 35 mm). La obra puede ser vista ya como una suma, ya como una continuación natural de los anteriores trabajos de Kaufman. La metaficción y un deseo incontenible por definirse, por explicarse, por diseccionar no su mente sino el satélite que la rodea. La parte por el todo, el todo inabarcable... la representación del simulacro del simulacro de la representación. Me releo escribiendo frases que intentan hacer algo similar que la película, y que encuentran un problema también similar, no tener otros medios que ellas para hablar de sí mismas.
Kaufman no intenta representar "la vida y su desorden narrativo" trata de mostrarse a sí mismo, los puristas me podrán rebatir que el autor no es la obra y que estoy sobreinterpretando,qué palabra más adecuada. Synecdoche New York es antes que otra cosa una exégesis, y hay que acotar el "texto" que interpreta: Caden Cotard, un director teatral, su doble y su actor. El grado del patetismo de estos "tres personajes en busca de una obra" llega a extremos dolorosos, donde resulta difícil discernir las intenciones... la obra camina por una cuerda muy floja que atraviesa una laguna de efectismo descarado. Se trata también de un largo recorrido cuyas licencias temporales se debaten entre lo onírico y lo hiperrealista.
Cuando salí de la sala me sentí agotado, porque sí, quizá el intento de Kaufman es demasiado, no podría ser de otro modo, en eso descansa el tenue hilo argumental...existen demasiadas partes de demasiados todos. Esta obra no se propone sorprendernos, ningún espectador con una mínima referencia del director podría. Esto no es "original", es más de lo mismo, eso mismo que siempre será más de lo que podamos enunciar, pero que algunos, tampoco podemos dejar de intentarlo.
P.D. epílogo aquí
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